(2) Apuntes críticos sobre la tv "a demanda" (streaming)

El servicio de streaming se ha ganado un lugar central tanto de audiencia como en la prensa en los últimos años. Son las nuevas cadenas de distribución de películas. En los últimos años han incursionado en la producción.
Esto tiene necesariamente consecuencias importantes en como vemos cine (y series), así como en el mundo de las revistas y webs dedicadas al cine.

En primer lugar, el importante catálogo de la principal empresa del rubro tiene una ausencia fundamental: el cine clásico, que es parte del catálogo del streaming cada productora. En la N no está Casablanca, ni El ciudadano Kane, ni El halcón maltés, ni las películas de Buster Keaton o los hermanos Marx. Tampoco las primeras versiones de Drácula o Frankenstein. No se trata de que sea una demanda del público, sino que la lógica de los logaritmos recomienda nuevas películas en base a lo visto. Es lo más cerca de llenar la 'falta' del deseo, en terminos freudianos. Esa propuesta permanente impide que siquiera se noten esos vacíos.

 


No sólo el cine clásico está ausente. También el cine independiente que ya quedaba por fuera de los anteriores servicios de distribución tampoco encontró un lugar en esta nueva configuración.

La segunda consecuencia es alimentar el circulo vicioso que se genera entre la oferta de películas de la empresa y la demanda del público, potenciada por esa propia oferta. 

En tercer lugar, se busca alinear conscientemente la opinión de la crítica con la de los usuarios (o alienar), construyendo una imagen de una opinión popular infalible y, sobre todo, irrefutable. 
Las críticas de El Amante o Cahiers du Cinema serían impensables hoy en día. 
La web se ha llenado de páginas que son fervientes defensoras de algunas producciones y críticas de otras. 
La confusión redunda en la pérdida de identidad del periodismo (y la información periodística), que se confunde con las notas de opinión. La consecuencia (poco visible desde dentro del círculo) es la amauterización de la crítica. 
Lo que vale hoy son las afinidades de opinión ("pienso igual", "me pareció lo mismo", "me identifiqué con los protagonistas", "¿qué pelicula viste?", "esto no es realista") dejándo de lado cualquier parámentro de análisis más objetivo del cine (guión, fotografía, actuaciones, dirección, resolución del conflicto, profundidad de los personajes, uso adecuado del presupuesto, etc). 
La confución sobre el término realista que se utiliza tan erroneamente mereció una entrada aparte (ver aquí).


Pablo Testa
Diciembre - Enero 2022

Primera Parte:

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